Breve ensayo escrito como apertura para la Exhibición "La Línea: Pictografía del Tiempo", realizada el 7 de Agosto de 2011 por el Salón Arcano.
¿Por qué el Arte? ¿Hacia
quiénes se dirige el Arte? ¿El Arte y el Artista son dos entes diferenciados,
un juego más de la dialéctica existencial? ¿La Naturaleza es la artista a
quienes todos quieren parecerse? ¿Qué interpretan nuestro sentidos cuando perciben
las obras?
Muchos son los interrogantes
acerca de cómo el Arte se ha configurado con el hombre y desde el hombre, como
proceso y como fin, como principio y como respuesta a aquello que reside en lo
inconsciente y que pugna por salir y expresarse.
Pero, podemos resumir todos éstos y otros
interrogantes con la siguiente pregunta:
¿Cuál es el objeto - objetivo del Arte?
Porque, en conclusión, el Arte es una de las tantas cosas que, en definitiva
deben servir para el placer del hombre, buscando mitigar ese displacer
originario que nos arrastra a retrocesos edipicos que llevan indefectiblemente
a la frustración del saber y a la vanagloria de una ignorancia patológica.
Que mejor que para empezar a respondernos
a esta pregunta, citar a nuestro querido Henri Bergson, persona inspiradora
-entre otros- de este Salón Arcano. El nos dice:
“¿Cuál es el objeto del arte? Creo que
si la realidad viniese a herir directamente nuestros sentidos y nuestra
conciencia, si pudiésemos entrar en comunicación inmediata con las cosas y con
nosotros mismos, el arte sería nulo, o más bien todos seríamos artistas, porque
nuestra alma vibraría entonces continuamente al unísono con la Naturaleza.
Nuestros ojos, ayudados por la memoria, recortarían en el espacio y fijarían en
el tiempo cuadros inimitables. Una mirada nuestra cogería al paso, esculpidos
en el mármol viviente del cuerpo humano, fragmentos de estatua tan hermosos
como los de la estatuaria antigua. Oiríamos como una música alegre unas veces y
las más veces triste, pero siempre original, que cantara en el fondo de nuestra
alma la melodía constante de nuestra vida interior. Todo esto se halla en torno
de nosotros y en nosotros mismos, y sin embargo, nada de ello lo percibimos
claramente. Entre la Naturaleza y nosotros, ¿qué digo?, entre nosotros y
nuestra propia conciencia viene a interponerse un velo que es muy tupido para
el común de los mortales y casi transparente para el artista y el poeta. ¿Qué
hada tejió este velo? ¿Qué impulso la guió? ¿Fue la amistad o la malicia? Era
necesario vivir, y la vida exige que percibamos las cosas en la relación que
tienen con nuestras necesidades. Vivir es obrar. Vivir es obtener de los
objetos la impresión útil, y responder a ella por medio de reacciones
apropiadas. Las demás impresiones tienen que oscurecerse o llegar a nosotros de
un modo confuso. Miro y creo ver, escucho y creo oír, me estudio a mí mismo y
creo leer en el fondo de mi corazón. Pero cuanto veo y cuanto oigo del mundo
exterior, es simplemente lo que extraen de él mis sentidos para iluminar mi
conducta. Lo que conozco de mí mismo es lo que afluye a la superficie, lo que
toma parte en la acción. Mis sentidos y mi conciencia me aportan solamente una
simplificación práctica de la realidad”.
Creo que, Bergson nos ha llevado en un
viaje de palabras e ideas que puede reflejarnos algo de ese objetivo del Arte;
sin dudas nos queda a cada uno de nosotros completar las premisas que pueden
haberse generado desde sus palabras.
Ahora veamos al Arte y la diversidad.
Entiendo que existen tantos artes como seres vivos y productivos puedan
existir; el arte es fundamentalmente histórico, se pliega y se repliega en la historicidad del hombre y su obra; no reniega de las modas o los pretextos paradigmáticos; quiero decir que el Arte se hace haciendo Arte..¿quién puede conocer otra manera?
Nuestro querido Bergson dice al respecto:
“De ahí la diversidad de las artes en su origen. De ahí también la especialidad
de las predisposiciones. Al uno le atraen los colores y las formas, y como ama
el color por el color y la forma por la forma, al percibirlas por ellas mismas
ve transparentarse la vida interior de las cosas a través de sus formas y de
sus colores. Poco a poco la hará entrar en nuestra percepción, desconcertada al
pronto. Por un instante al menos, nos despojará de los prejuicios de forma y de
color que se interponían entre nuestra retina y la realidad. Y así realizará la
suprema ambición del arte, que es la de revelarnos la Naturaleza.”
No es el Arte acaso, un modo de comunicación, de comunicarse y comunicarnos; pero atención: no lo digo sólo como una comunicación intersubjetiva, sino como un estado intrasubjetivo. El Arte tiene el poder de decir aquello que, tal vez, las palabras no puedan contener, no puedan abarcar, ni siquiera puedan expresar. El Arte expresa la
naturaleza real, aquello escondido, lo cubierto de velos, lo oculto....no es, ni más ni menos, un extraordinario sistema simbólico práctico y dinámico;
removiendo las convenciones simbólicas, haciendo penetrar en lenguajes
desconocidos, en tierras inexploradas; intentando que quien crea y quien se
recrea, logren conectarse a través de ese códice planteado por la misma
naturaleza creadora, llevándonos a una realidad que no difiere de la propia,
pero que le adosa un sentido más vibrante, activo, sutil y productivo.
Bergson nos dice:
“Así, pues, el arte,
pintura, escultura, poesía o música, no tiene otra misión que apartar los
símbolos corrientes, las generalidades convencionales aceptadas por la
sociedad, todo, en fin, cuanto pone una máscara sobre la realidad, y después de
apartada ponernos frente a la realidad misma. Una mala inteligencia sobre este
punto ha dado origen a la cuestión de realismo e idealismo en el arte. El arte
es una visión más directa de la realidad. Pero esta pureza de percepción
implica una ruptura con los convencionalismos, un innato desinterés
localizado especialmente en el sentido de la conciencia, en suma, una cierta
inmaterialidad de la vida, que es lo que siempre se ha llamado idealismo. De
modo que podríamos decir, sin jugar en modo alguno con el sentido de las
palabras, que el realismo está en la obra cuando el idealismo está en el alma,
y que sólo a fuerza de idealidad puede llegarse a estar en contacto con la
realidad.”
Y para finalizar -tal vez- lo más importante:
el Arte es Movimiento. Un movimiento que integra las capacidades del artista y
las desplaza hacia quien admira la obra, quien la hace propia, aún a sabiendas
que no es suya. En realidad, así resulta el Arte verdadero: el artista hace la
obra como -una cierta- su propia muerte, como un dejarse ir, como lo que deja
lo último de un proceso, no lo apropia, lo desgarra y lo entrega, se sacrifica;
la obra es, en sí misma, no sólo el objeto, sino la razón y el sacrificio del
hacedor; una sacramentación basada en la entrega y en la imaginada
devolución....(aunque silenciosa en muchas casos y prejuiciosa en otros...).
Así, el artista, ya no es más su obra, es a través de su obra, pero la pierde,
se pierde, se olvida a sí mismo, se entrega, se parte como el pan, para
entregarse, para disolverse y coagularse tantas veces sea.....hablo de un
Artista!!!
Y ese movimiento no es un movimiento
intelectual, que se plantea que suceda, sino que existe, está, más allá de las
apariencias; solo puede ser censurado, restringido por el falso artista,
comparable aquel soplador o falso alquimista.
Se vuelve más que interesante lo que
Bergson nos ha dicho al respecto:
“Pasemos por encima de la
representación intelectual del movimiento, que solo nos figura como una serie
de posiciones. Vayamos derecho a él, contenplémoslo sin conceptos interpuestos:
lo encontramos sencillo y de una sola pieza. Avancemos aún más: mentes reales,
que producimos nosotros mismos. Esta vez captamos la movilidad en su esencia y
sentimos que se confunde con un esfuerzo cuya duración es continuidad
indivisible.”
El Arte nos cambia, nos promete y cumple
-sin decirnos- una variación, una alteración; nada puede ser igual a antes, -un
soy diferente-, la variación ha ocurrido; así podemos entender que el Arte es
un agente de subjetividad, fomenta y procesa la subjetividad; diríamos altero
el tiempo y el espacio, el pensamiento y la razón de estar y ser......Si el
artista logra esto, estamos ante el milagro de la continuidad de la obra, el
artista a plantado la semilla agente del crecimiento, y esta ha dado sus
frutos; su obra creció y se extendió y penetró con sus ramas y frutos la
subjetividad del que se apropia de la obra, de quien la absorbe, de quien la
disfruta; en definitiva, de aquel quien es digno de la obra; el artista y el
receptor imaginario del artista, se han conocido, se han hecho uno.... El
receptor de la obra produce la continuidad de la obra, la expande. Entendemos
que el artista se vuelve un agente de crecimiento, de continuidad; trasciende,
se desarrolla, su sacrificio no ha sido en vano (aunque ningún real artista
hace obras vanas).
Que una especial “Intuición” pueda
ser-estar en nosotros, se desarrolle; e impacte y nos haga captar los agentes
de crecimiento y continuidad en cada obra que los artistas bajo este Salón
Arcano nos sacrifican; no fosilicemos sus obras: pues ellos las han hecho para
que, continúen y se expresen más allá de ellos.
Que perduren sutilmente en cada uno, que
sean producto de cambio en subjetividades, que promuevan aquello tan nuestro:
¡Arte por Amor al Arte!