El Salón Arcano realizó su exhibición centrada en el tema de la Línea y el Tiempo el domingo 7 de Agosto de 2011.

Para dicha ocasión fueron invitados 5 artistas plásticos y un escritor, cada uno con una visión distinta sobre el tiempo y su relación con lo sacro. Gabriel P. Naude realizó la introducción al evento con una conferencia sobre la percepción de Henri Bergson sobre el tiempo y el arte (cuyo texto puede ser leído aquí). Matías Giovannini, además de presentar su obra, realizó una conferencia, "Del gesto a la letra", sobre caligrafía; en la cual se refirió a la misma como un exceso de dedicación, de ensayo, de tiempo, que puede estar puesto en función de una sacralidad o no. Nazareno López se refirió a su fascinación con los iconos y el translado de iconos reeligiosos a iconos pop, tomando a Isabel "Coca" Sarli como icono propicio a absorber en sí al tiempo inmanente que simboliza todo icono religioso. Juan Manuel Waimberg, en cambio, habló sobre su arte como búsqueda de lo instantaneo y la captura de un segmento del devenir. Sebastián Tedesco señaló la doble temporalidad que existe en varias de sus obras donde un aquí y ahora se reúne con un no-tiempo mítico. Ariel Tomaselli comentó su obra como un nuevo acercamiento al simbolismo y una respuesta a quienes desde los poderes temporales buscan un dominio mental.

Ariel Tomaselli

Ariel Tomaselli

La obra de Ariel Tomaselli se presenta como un experimento personal que pretende continuar el proyecto de lenguaje poético encarado por Carl Jung a comienzos del siglo pasado.

Tomaselli traduce sus emociones en imágenes e intenta comprender por qué Jung había renunciado a traducir sus fantasías en lenguaje estético en pos de una comprensión científica.

Jung sostiene que la conciencia no establece relaciones exclusivas de reciprocidad a nivel de los complejos del inconsciente, sino que se relaciona con los constituyentes transpersonales de lo inconsciente colectivo: los Arquetipos.

Es así como en la obra de Tomaselli propone ilustrar este proceso de interrelación consciencia-inconsciente colectivo que Jung denominó: Proceso de Individuación. Y así despertar los arquetipos en el observador de su obra con el fin de poner en sintonía su Si-mismo con su individualidad psíquica e incitar su propio Proceso de Individuación.

Matías Giovannini

Es inmoral y deshonesto que el artista se presente a sí mismo. ¿Qué puede decir que no sea simultáneamente una visión edulcorada de sus motivaciones y una falsa modestia? Se trata siempre de evitar la molesta tarea de observarse con honestidad y franqueza y "bancarse ese defecto".

En el caso de Matías "ese defecto" es la duda. Duda, en primer lugar, de si una dedicación deficiente justifica el rótulo de "artista". Duda, en segundo, de si la elección de un lenguaje decididamente decorativo y utilitario justifica el rótulo de "arte". Duda, en tercero y más importante lugar, entre forma y fuerza, entre el espacio en blanco y su ocupación con la tinta oscura, entre puntos cardinales que se disparan en la hoja como mapa vacío de un territorio que hay que elegir antes de poder recorrer.

A través de su obra comunica una observación aparentemente paradójica: que la duda es intrínsecamente un defecto o un efecto de la mente racional, y que la vitalidad del trazo se logra mediante el trabajo de repetición mecánica, de prueba y error que internaliza la intención y la pone a hervir bajo presión hasta que ésta surge cabal y entera en sí misma desde el inconsciente más muscular.

Juan Manuel Waimberg

La obra de Waimberg se puede resumir en una palabra: Inmediatez.

Series cortas, rápidas, que exploran ideas y lenguajes que velozmente termina y abandona.

Una búsqueda constante y febril en donde no importan los resultados sino la captura de un instante efímero, inmediato, pero al mismo tiempo visceral, comprometiendo todo el cuerpo en la tarea.

Un ritual de construcción de la imagen que se inspira en el proceso creador de los niños, intentando acceder así a las profundas verdades que intuye y que solo la poética puede expresar.

Sebastian Tedesco

Los Oráculos de antaño se manifestaron sobre la membrana que separa lo material de lo inmaterial y, bajo el nombre de Hécate, la soñaron custodiada por perros. Más allá de ella, intuyeron una zona sin dualidad, ni cielo o tierra, ni día o noche; por debajo, un mundo trágico y ciego, cuyo nombre es destino.

El arte de Tedesco, tal como los oráculos, sólo podía darse en la frontera, la interzona de contrabando clandestino entre mundos, zona de jergas pronunciadas sólo a sotto voce. De un lado, arquetipos y arcanos aún no concebidos; del otro, miles de representaciones provisorias; entre ambos, el muro, la cerca y el instante creacional donde cielo y tierra aún no se han divorciado, las zonas intangibles que atraviesan las cabelleras sin rostro de las parcas.

La paleta de frontera es necesariamente la matriz gris-ocrácea que antecede al color, donde aún el conocimiento del color se niega a diluirse por completo en las aguas del Leteo. Existe, en efecto, un color de contrabando, es cierto tono gris-parduzco, secretamente utilizado entre mundos para referirse al olvido y al recuerdo. Los oráculos y mitos han dado miles de nombres a este predecesor del color; Da’ath, Sophía y Conocimiento entre otros; se trata del tono que fluye en las telas de Tedesco.

Nazareno López

El mundo de Nazareno López es un mundo de seres fantásticos, mitológicos, de bellezas monstruosas, de héroes y figuras auroledas, resplandescientes, en éxtasis como los santos o los mártires.

A Nazareno le atrae lo ambiguo, la contradicción, y la plasma en su obra pasándola por un laberinto de espejos que la descomponen y devuelven un retrato fragmentado en infinitas versiones, diferentes rostros del mismo ser.

Su inspiración se nutre de la voluptuosidad del erotismo, donde el protagonista absoluto siempre es el cuerpo, la carne palpitante retratada en minucioso detalle, la anatomía llevada a la idealización de las formas.

Esta búsqueda afuera en realidad es un dialogo adentro, un exorcismo personal que lo acompaña desde niño, una forma de manifestar las imágenes que como restos de sueños se van acumulando y consolidando en su cabeza hasta que exigen ser manifestadas.